DESARROLLO HUMANO


"Estás hecho para vivir, esto significa amor, pero también orientación hacia la salud, el placer y la felicidad" L.J.González




El desarrollo humano es un proceso de descubrimiento, de crecimiento, de humanización, de conquista de la libertad; representa el esfuerzo de los hombres y las mujeres por conquistarse a sí mismos a través de la iluminación de la inteligencia y el fortalecimiento de la voluntad. Expresa un perfil de hombre que representa convicciones y creencias funcionales a un ideal de sociedad, y que integra la conducta colectiva, el comportamiento humano social y de valores deseables. En la sociedad, los valores expresan el perfil de hombre resultante de un contexto cultural y un concepto de nación. Los valores se manifiestan en actitudes y grandes habilidades de aplicación múltiple que, conjuntadas, son las que permiten lograr las capacidades y competencias requeridas. Un desarrollo humano integral, finalmente, debe cubrir todas las posibilidades de crecimiento. Se han identificado seis dimensiones claves para que, a través de su desarrollo y sano equilibrio, cada persona logre una vida más plena, completa y feliz. Estas dimensiones son: bienestar físico, familia y pareja, desarrollo profesional, aspectos culturales y de educación, desarrollo social, bienestar emocional y trascendencia. En otras palabras, desarrollo humano es el trabajo que toda persona realiza consigo misma para despertar la capacidad que tiene, desde que nació, de ser feliz y lograr cosas para su beneficio y el de los demás. Es el camino que las personas recorren para desarrollar sus capacidades, quererse a si mismos y establecer relaciones saludables para los demás.





Raíces del comportamiento

 Antes de poder desarrollar realmente el potencial para el éxito, debemos entender y saber lo que es la motivación humana, ser capaz de motivarnos y motivar a los demás a actuar. Para hacerlo es necesario entender los principios sobre los que se basa la motivación. Cuando hablamos de motivación, es necesario referirnos a aquella actitud que desarrolla una persona para tener éxito. Por tanto analizaremos en forma conjunta las definiciones de éxito y de motivación. “El éxito es la realización progresiva de metas personales que cada ser humano considera valiosas. Y la motivación es un deseo o meta mantenido como esperanza firme, con la creencia de que se llevará a cabo”.2 En ambas definiciones la palabra clave es metas. Para comprender claramente qué es la motivación es necesario conocer y entender cuáles son los deseos o las necesidades básicas de los seres humanos y saber cómo estimularlos. Para lograr la motivación y en forma especial la automotivación es necesario primero descubrir una necesidad humana básica (un deseo, un impulso o una emoción), los suficientemente poderosa para que, una vez desatada, culmine en una acción. Una vez encontrada esa necesidad, meta o deseo, debe elegirse el detonador necesario para activarla y convertirla en una fuerza poderosa que lleve a la persona a la acción. Cuando una persona busca la manera de automotivarse hacia una mayor creatividad, responsabilidad y productividad, debe conocer todo lo posible acerca de sí misma, y descubrir también un detonador, una esperanza o una creencia que convierta esos deseos en acción crítica y constructiva. Por supuesto, dicho de esta manera parece muy sencillo. Ciertamente no es fácil, pero si posible.



 Las potencialidades del ser humano y factores que afectan su desarrollo


“En comparación con lo que deberíamos ser, somos a medias; nuestra leña está húmeda, nuestro esquema refrenado: estamos empleando sólo una parte de nuestras reservas mentales y físicas”. William James

Al nacer, todo ser humano posee un sinnúmero de capacidades en potencia que yacen latentes esperando ser actualizados durante el crecimiento y desarrollo del individuo y que le son, en conjunto, únicas e irrepetibles. Más aún, tiene la capacidad todavía no realizada, de darse cuenta tanto de la existencia de cada una de estas potencialidades como de la ocurrencia de los procesos a los que éstas dan lugar en sí mismas. El desarrollo de las potencialidades de los seres humanos es crucial para hacer realidad los procesos de transformación ya que el crecimiento abarca diversos campos de posibilidades: físicos, estéticos, morales, afectivos, del carácter, de la psicomotricidad, del intelecto, del trabajo, etcétera, estos derechos son parte integral de un sistema de vínculos que tiende a la autoconservación de la especie y al establecimiento de relaciones más productivas. El fundamento de la formación del ser humano es el respeto a la dignidad de cada uno, por lo que es, sin tomar en consideración lo que tiene o representa. La dignidad del hombre y de la mujer radica en el hecho de que son personas, con un potencial capaz de perfeccionarse hasta límites insospechados Sin embargo, lo que permite al hombre desarrollar y utilizar sus potencialidades es la energía que lo anima y vitaliza: que distingue lo animado de lo inanimado, que hace posible que el individuo sueñe, luche, sonría, ame; esa energía que todos conocemos, cuya fuente se encuentra más allá de nuestra comprensión. La energía vital, cuyo objetivo fundamental es la autorrealización del individuo, también puede manifestarse en forma negativa y desagradable cuando la persona se siente amenazada, frustrada y no encuentra un camino productivo de expresión. En estos casos puede manifestarse mediante el odio, la agresión, la destructividad, el rencor, la envidia, el desprecio, la venganza y aun el asesinato y el suicidio. Así pues, desde su nacimiento el hombre cuenta con un conjunto de capacidades en potencia que tiende a desarrollar para autorrealizarse, gracias a la energía vital que lo anima. Sin embargo para crecer y madurar tiene que recorrer un largo camino en el que habrá un gran número de factores que intervendrán en su desarrollo. Para alcanzar la autorrealización deberá usar tales factores como peldaños hacia la superación; solo en esta forma alcanzará un día la perfecta armonía.



Recursos naturales del individuo
Muchas cosas hay portentosas, pero ninguna como el hombre. Tiene recursos para todo; sólo la muerte no ha conseguido evitar. Sófocles 

Todas las personas tienen un importante potencial constituido por las capacidades y habilidades con las que nace y las que desarrolla y las que adquiere a lo largo de su vida. Ese potencial está en relación directa con todo lo que nuestro cerebro nos permite hacer, pero en la misma medida también depende de nosotros mismos, de cada uno de nosotros, nuestra personalidad, experiencias y vivencias. Después también debemos tener en cuenta a las personas que conocimos y con las que nos relacionamos a lo largo de nuestras vidas, las que nos acompañan, las que nos encontramos, las que nos educaron, las que nos amaron y a las que amamos Pasado, presente y futuro, experiencias, sentimientos, relaciones, e incluso la forma en la que sentimos y vivimos cada experiencia forma parte de cómo somos y de lo que hacemos con ese potencial. Pero siempre en primer plano, y pase lo que pase, somos nosotros los que lo poseemos: cada uno de nosotros, todos. Una parte importante de ese potencial se utiliza día a día, se detecta, identifica y aprovecha de forma práctica y cotidiana. Es lo que nos permite aprender, tomar decisiones, actuar y relacionarnos con los demás. Es esa parte de nuestro cerebro que siempre, o casi siempre, está funcionando. Ese aprovechamiento del potencial humano es lo que llamamos recursos naturales del individuo. Todos los tenemos y prácticamente desde el primer instante de nuestro nacimiento iniciamos su aprovechamiento. A veces con un gran esfuerzo y otras veces casi sin darnos cuenta, vamos generando recursos, aprendiendo a hablar y a expresarnos, a ver y comprender el mundo que nos rodea, a encontrar y contactar con otros. Aptitudes y actitudes. Otra parte de ese potencial lo intuimos. Sabemos que está ahí por que constantemente vemos su rastro, ya sea en nosotros mismos o en otras personas. Es lo que habitualmente conocemos como aptitudes. Es decir las tendencias naturales que una persona tiene para realizar determinadas actividades con mayor acierto que los demás. Las aptitudes son, en realidad, una manera intuitiva de aplicar y utilizar ese potencial en una actividad concreta. Cuando el aprovechamiento del potencial coincide con un trabajo o profesión lo bautizamos como vocación. Sin embargo, no todos llegamos a identificar, o darle salida a nuestro potencial en forma de aptitud o vocación, quizá por que no a todos les aflora a la superficie de forma evidente, o quizá por que no todo el mundo tiene los medios suficientes para hacerlo aflorar. Pero sería un error limitar el potencial humano a las aptitudes y la vocación. El motivo es sencillo: aunque sólo unos cuantos poseen o encuentran eso que llamamos aptitudes o vocación, el potencial es algo tan común y natural como tener cerebro y saber utilizarlo ¿Saber utilizarlo? No, no se trata de una ironía malintencionada, sino de una sutil realidad. Todos tenemos un pequeño, pero extraordinario, cerebro humano en nuestra cabeza, y sólo por el hecho de estar ahí, ya está funcionando. El cerebro regula las funciones vitales de nuestro cuerpo y también nos permite sentir, ver, desplazarnos, actuar e interrelacionarnos con el mundo que nos rodea. Junto a estas funciones vitales, sensoriales y de acción, realizamos otras muchas. Por lo tanto, el hecho de tener cerebro y que funcione no es lo mismo que saber utilizarlo.



 Identificación de la realidad personal


El hombre no ha sabido organizar un mundo para sí mismo y es un extraño en el mundo que él mismo ha creado. Alexis Carrel 

Lo único que realmente necesita afrontar un ser humano en cualquier etapa de su vida real, contrario a lo que la mente con sus proyecciones imaginarias nos pueda hacer pensar, es este momento presente. Pregúntate a ti mismo, ¿qué problema existe aquí y ahora, en este mismo instante?, no el año próximo, o mañana, ni siquiera en los próximos cinco minutos. ¿Hay algo que no funcione en este instante? Luego de tomar conciencia de nuestra respiración y conectarnos con el presente, podemos sorprendernos al sentirnos extrañados ante las anteriores preguntas, pues naturalmente fluirá un no como respuesta. Siempre se puede afrontar y resolver cualquier situación en el presente, porque el pasado quedó atrás, y el futuro aun no ha llegado. Al reconocer esto, automáticamente reconocemos también, como es natural, que ni siquiera tenemos que pensar en ocuparnos de otro momento que el presente, y comenzamos a vivir conscientemente cada instante de nuestra existencia. A partir de ese momento las respuestas, la fortaleza, las acciones, los recursos, etcétera, estarán allí en el momento justo en que los necesitemos, no antes ni después, pero en el instante preciso en que formen parte de nuestro presente.






https://uaim.files.wordpress.com/2010/01/antologia-desarrollo-humano.pdf 


.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario